martes, 6 de noviembre de 2012

Un Quijote del siglo XXI por Julia Jaworska

Andrés es mi amigo desde que nos conocimos en la universidad. Hasta hoy, no sé como fue posible que empezáramos a hablar porque éramos totalmente distintos, él era el hombre más ordenado y tranquilo que yo conocía, mientras que yo soy un artista y vivo en mi propio mundo, que está en desorden cuando estoy en proceso de creación.

Andrés tiene treinta años, como yo. Es alto, delgado y tiene el pelo castaño que siempre lleva muy corto. Es mucho más guapo que yo, flaco y bajito, y por eso yo siempre tenía un poco de envidia. Vivimos cerca pero él tiene un apartamento bastante grande, y yo una habitación con mis fotografías por todas partes. Andrés trabaja en una empresa pequeña y hasta hace poco tenía un horario muy regular, estaba en la oficina desde las nueve hasta las cuatro de la tarde y normalmente el resto del día lo pasaba viendo informativos en la tele y eso de haber escuchado la radio y leído el periódico. No tenía otras aficiones, solo le importaba saber siempre lo que estaba pasando en el país.Yo le decía que se entretuviera de vez en cuando, que viniera conmigo a la galería o a ver algo en el cine, pero él me respondía: "Jorge, tu no entiendes, como tienes una cabeza de chorlito, que se debe ser responsable y eso significa, entre otras cosas, conocer la actualidad y tener en cuenta las noticias más importantes". Y tenía razón: yo no lo entendía.

Andrés es muy inteligente, también le interesa un poco el arte y me encana hablar con él. Lo que pasa es que como a otros, le parece aburrido, como si fuera viejo y encima se vistiera de esa manera, monótona. Su obsesión es que le da más importancia a los informativos que a su propia vida. Y eso es a veces terrible. No recuerdo un día en el que él no supiera lo que estaba pasando, no viera los informativos o por lo menos leyera un periódico.

Un día quise visitarle y estaba seguro de que él estaba en casa a esa hora. Que sorprendido me quedé cuando encontré el piso cerrado sin nadie dentro...Le llamé pero no contestó. Unos días después me visitó y me dijo que estaba enamorado. Le creí sin problema: ¡llevaba un jersey verde y no tenía ningún periódico en la mano! Así empezó una nueva etapa de locura en su vida, un descontrol total. Sin embargo fue un cambio maravilloso porque mi amigo por fin empezó a vivir la vida. ¿Quién pensaría que todo lo que se necesita es amor?

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